Suplementos para las articulaciones

En la búsqueda por mantener la movilidad y prevenir el desgaste articular, cada vez más personas recurren a suplementos específicos que prometen cuidar las articulaciones desde adentro.
Ingredientes como glucosamina, colágeno o cúrcuma aparecen con frecuencia en góndolas y farmacias, pero ¿qué se sabe realmente sobre su eficacia?
A continuación, te compartimos un recorrido informativo sobre los principales compuestos utilizados, su evidencia disponible y en qué casos pueden resultar útiles.
¿Qué son los suplementos articulares y por qué crece su consumo?
En los últimos años, el interés por los suplementos para las articulaciones ha crecido notablemente, tanto en personas mayores que buscan conservar la movilidad como en jóvenes deportistas que desean prevenir lesiones. Estos productos están diseñados para apoyar la salud del cartílago, reducir el dolor y mejorar la funcionalidad articular. La creciente preocupación por el desgaste articular, sumada al envejecimiento de la población y a un mayor enfoque en el bienestar físico, ha impulsado la demanda de este tipo de suplementos en el mercado global.
La articulación, como estructura compleja que une los huesos y permite el movimiento, está compuesta por cartílago, líquido sinovial y ligamentos, elementos que pueden deteriorarse con el tiempo o el uso excesivo. Frente a esto, los suplementos buscan aportar nutrientes que colaboren en su regeneración o mantenimiento, siendo considerados por muchos como un apoyo útil junto a la fisioterapia, el ejercicio adecuado y la alimentación balanceada.
Glucosamina y condroitina, los más estudiados
Entre los compuestos más reconocidos se encuentran la glucosamina y la condroitina, dos moléculas naturalmente presentes en el cartílago. La glucosamina se obtiene, en la mayoría de los casos, de conchas de mariscos, y se asocia con la estimulación de la producción de cartílago nuevo. La condroitina, por su parte, tiene la capacidad de retener agua en el tejido articular, lo que contribuye a su elasticidad y resistencia.
Ambos suplementos suelen encontrarse combinados en productos de venta libre, y su uso se ha relacionado con cierta mejoría en síntomas de artrosis leve a moderada, aunque los estudios clínicos han arrojado resultados dispares. Algunas investigaciones señalan una reducción leve del dolor, mientras que otras no observan cambios clínicamente significativos. Sin embargo, en pacientes que no pueden utilizar antiinflamatorios no esteroideos, estos suplementos representan una alternativa considerada segura.
Colágeno hidrolizado, un aporte para el cartílago y los tendones
El colágeno tipo II hidrolizado es otro ingrediente que ha ganado protagonismo en fórmulas destinadas al cuidado articular. Se trata de una proteína estructural que forma parte del cartílago y que, al ser ingerida en su forma predigerida, puede estimular la síntesis endógena de colágeno y mejorar la elasticidad del tejido conectivo.
Algunos estudios clínicos han mostrado que su uso sostenido puede contribuir a una leve reducción del dolor articular, especialmente en personas con desgaste o molestias relacionadas al ejercicio. Su aceptación se debe a su buena tolerancia digestiva y a que no suele presentar interacciones con otros medicamentos, lo que lo convierte en una opción elegida para tratamientos prolongados.
MSM y cúrcuma, alivio natural para la inflamación
El metilsulfonilmetano (MSM) es un compuesto orgánico con azufre que se emplea como suplemento por su posible acción antiinflamatoria. Se cree que contribuye a reducir la rigidez matinal y mejorar el rango de movimiento en personas con molestias articulares, aunque su evidencia aún es limitada. La combinación de MSM con otros activos como la glucosamina ha sido estudiada con resultados alentadores en términos de tolerancia y efecto sintomático.
La cúrcuma, por otro lado, es una especia con una larga historia en la medicina tradicional, especialmente en India y Asia. Su componente activo, la curcumina, ha demostrado propiedades antioxidantes y antiinflamatorias en estudios in vitro y en pequeños ensayos clínicos. Si bien no reemplaza a un tratamiento farmacológico, su uso en suplementos articulares es común, sobre todo en formulaciones que incluyen extractos de alta concentración o con mayor biodisponibilidad.
Ácido hialurónico y Omega-3
El ácido hialurónico, conocido por su uso en cosmética, también tiene una función relevante en las articulaciones al formar parte del líquido sinovial, que actúa como lubricante entre los huesos. Su administración oral, aunque menos estudiada que la inyectable, es parte de algunas fórmulas que buscan mejorar la hidratación del entorno articular y reducir la fricción durante el movimiento.
Por otro lado, los ácidos grasos Omega-3, presentes en pescados grasos y suplementos de aceite de pescado, han mostrado efectos beneficiosos sobre procesos inflamatorios sistémicos. Algunos estudios sugieren que su consumo puede ayudar a disminuir la rigidez articular matutina en pacientes con artritis reumatoidea o enfermedades inflamatorias crónicas, aunque no están indicados específicamente para casos de artrosis.
¿Quiénes los consumen y en qué casos pueden ser útiles?
El perfil de los consumidores de suplementos articulares es amplio. Personas mayores con signos de desgaste articular, atletas o aficionados al deporte con historial de lesiones, y trabajadores con alta demanda física suelen ser quienes más los incorporan. También hay quienes, sin diagnóstico médico, los utilizan de forma preventiva, basándose en el historial familiar o molestias leves.
Es importante destacar que el uso de estos productos debe considerarse como parte de un abordaje más amplio. La actividad física moderada, especialmente ejercicios que fortalezcan el músculo sin dañar la articulación, la pérdida de peso en caso de sobrepeso y una dieta rica en nutrientes son medidas esenciales que deben acompañar a cualquier estrategia de suplementación.
Precauciones, efectos adversos y consulta médica
Aunque muchos suplementos se consideran seguros, no están exentos de posibles efectos adversos o contraindicaciones. La glucosamina, por ejemplo, puede causar molestias gastrointestinales leves, y en personas alérgicas a los mariscos podría representar un riesgo. El MSM y el colágeno suelen tener buena tolerancia, aunque hay reportes ocasionales de náuseas o malestar.
Asimismo, algunos componentes pueden interactuar con medicamentos anticoagulantes o antiinflamatorios. La curcumina, por su efecto sobre la coagulación, debe ser usada con precaución en quienes toman aspirina o warfarina. Por eso, siempre se recomienda consultar a un profesional de la salud antes de comenzar una suplementación, sobre todo en personas con enfermedades crónicas o en tratamiento farmacológico.